Las solanáceas son ingredientes densamente nutritivos y algunos de ellos, como la patata y los tomates, son piezas básicas en la alimentación de muchas culturas.
Aun así, puede que algunas personas que padezcan artritis o tengan alguna condición autoinmune vean empeorar sus síntomas al consumirlas, en este caso es recomendable evitarlas.
Es importante mencionar que muchas de dichas personas cuando limitan su consumo a la temporada y de forma moderada mejoran sensiblemente dolencias que creían ser crónicas.
Tipos de solanáceas:
Son unas 2800 especies de plantas con propiedades diversas. Entre ellas hay muchas plantas estimulantes, venenosas y medicinales, como el tabaco, el beleño negro, la mandrágora y la belladona; plantas ornamentales como las petunias, y algunos de nuestros alimentos más universalmente usados: las patatas, tomatillos (physalis), pepinos, bayas de goji, tomates, berenjenas y pimientos de todas las clases (verdes, rojos, guindilla o chile, pimentón o paprika, cayena, dulces, picantes, etc.), a excepción de las pimientas blanca y negra, que no lo son.
Historia y localización:
Las solanáceas pueden ocupar una gran variedad de ecosistemas, desde los desiertos hasta los bosques tropicales y, frecuentemente se las halla también en la vegetación secundaria que coloniza áreas perturbadas.
La mayoría de las solanáceas se hallan en todos los continentes, la mayor riqueza de especies se halla en América Central y América del Sur.
Las patatas, los tomates y los pimientos fueron utilizados por los incas, desconocidos en Europa hasta que fueron llevados por los españoles en el siglo XVI. Al parecer, el tamaño de las patatas variaba entre el de un cacahuete y el de una ciruela pasa. Debido a la facilidad de su cultivo, se convirtió en un importante alimento en el norte de Europa, reemplazando la cebada y la avena.
Los tomates se usaron al principio como plantas ornamentales. Se descubrió que las hojas y ramas eran venenosas y pensaron que el fruto sería igualmente insalubre. Más tarde comenzaron a usarse en sopas y salsas, en el sur de Europa.
El cultivo de la berenjena en Grecia y Oriente Medio fue durante siglos alimento principal en las comidas.
Problemas con la ingesta de solanáceas:
En diversos talleres, charlas y clases que he dado en los últimos años, las solanáceas han sido motivo de ver rostros ligeramente sorprendidos e incluso desencajados al hablar de ellas, ya que la inmensa mayoría de personas las consideraban verduras y por tanto “saludables”. Sin embargo no es así. Botánicamente hablando, el tomate, la berenjena y los pimientos, son fruta, no verdura.
Algunas personas pueden comerlas sin molestias. Sin embargo, otras pueden ser sensibles a ellas y padecer, por ejemplo, inflamación intestinal, o afecciones en el sistemas osteo-articular, nervioso y digestivo.
Personas que habitualmente consumen pimientos patatas, tomates y/o berenjenas pueden sufrir dolores musculares, calambres y dolor de huesos, ya que se atribuye a la falta de calcio circulante en sangre. La solanina lo retira.
Los alimentos solanáceos, nos desmineralizan. Como dijo Norman F. Childers en su libro
Arthritis-Childers’ Diet That Stops It!: The Nightshades, Ill Health, Aging, and Shorter Life, las solanáceas pueden extraer sutilmente el calcio de los huesos y depositarlo en las articulaciones, riñones, arterias y otras zonas del cuerpo en donde no ha de estar. En una dieta a base de carne y productos lácteos, la proteína de la carne (acidificante) ha de ser alcalinizada por los minerales. Los alcaloides presentes en las patatas y tomates podrían colaborar en retener el alcalinizante calcio de los productos lácteos en solución, o extraerlo de la sangre y de los huesos. Si el proceso se dispara y se libera demasiado calcio, el exceso podría redepositarse en los tejidos blandos en forma de espolones (excreciones óseas), placas, cálculos u otras calcificaciones. Se ha descubierto que la vitamina D3 presente en las solanáceas Solanum contribuye a la calcificación de los tejidos corporales. Este proceso entonces puede intensificarse con la adición de vitamina D a los alimentos, como se hace con la leche y sus derivados, los cereales para el desayuno y la margarina enriquecidos.
Hay estudios en los que los participantes, personas artríticas, han seguido una dieta sin solanáceas, evitando no sólo los propios productos sino también los procesados que tengan el más mínimo rastro de harinas de patatas, pimentón, cayena, tabasco, pimentones picantes, y cualquier otro condimento que los contenga.
Los resultados fueron sorprendentes: remisiones de dolores artrítico, de artritis reumatoide, osteoartritis, bursitis, codo de tenista, gota, dolor de la parte baja de la espalda, dolores de cabeza, presión arterial alta, entre otros.
Hay personas que padecen dolores articulares y les han desaparecido totalmente después de varios meses de seguir una estricta dieta sin solanáceas y sin fumar (el tabaco también es una solanácea). Otros han observado que después de una comida con abundantes pimientos dulces o condimentada con pimientos picantes, sufren dolores musculares y calambres (que se atribuyen a la falta de calcio).
Qué nos cuentan algunos expertos en la materia de las solanáceas:
George Ohsawa, quien inició la dieta macrobiótica, recomendaba una abstención total de estos alimentos, por considerarlos demasiado expansivos: crecen con rapidez, son ricos en potasio y agua y son fuertes de sabor en algunos casos. Esta abstención de solanáceas en el régimen macrobiótico va pareja va en consonancia con la abstención de carne y productos lácteos. Tal vez el evitar estos productos mientras al mismo tiempo se aumenta el consumo de verduras frescas, cereales y legumbres podría contribuir a calmar el metabolismo alterado del calcio, y podría explicar el evidente éxito obtenido por la macrobiótica en restablecer la flexibilidad de las articulaciones y en reducir o hacer desaparecer los espolones, placas y cálculos.
Parece existir una relación entre el extendido consumo de patatas y tomates y el elevado consumo de leche y sus derivados. Suelen ir casi irrevocablemente juntos: salsa de tomate con queso, patatas con nata o crema de leche. Si las solanáceas afectan el metabolismo del calcio, tiene sentido el que se consuman productos lácteos para proporcionarnos ese extra de calcio. O, a la inversa, el excesivo consumo de calcio con los productos lácteos crearían una necesidad de alimentos como los tomates para disolver esa acumulación y para mantener el equilibrioUna dieta exenta de productos lácteos que sí incluye solanáceas en cantidad apreciable, podría tener como consecuencia una pérdida de calcio. Hay personas que cuando eliminan las solanáceas de su dieta, remite la pérdida de calcio (ostopénia, osteoporosis).
Según nos relata Hans Selye en Calciphilaxis:
El depósito de calcio que normalmente se halla en la materia ósea puede llegar a almacenarse en lugares no apropiados para el cuerpo, es decir, en tejidos blandos. Este es el síntoma físico posiblemente más predominante de las culturas industriales modernas. Hans Selye lo ha llamado el “síndrome calcifiláctico”. Interviene en la artritis, la artritis reumatoide, la arteriosclerosis, la insuficiencia coronaria, la esclerosis cerebral (senilidad), los cálculos renales, la bronquitis crónica, la osteoporosis, el lupus eritematoso, la hipertensión, e incluso en ciertas formas de cáncer
Tal y como nos cuenta Anne Marie Colbin en su libro “El Poder Curativo de los Alimentos“.
Las solanáceas son ricas en alcaloides, sustancias químicas resultantes del metabolismo de la planta que tienen fuertes efectos fisiológicos. Los alcaloides comparten con las proteínas un elevado contenido de hidrógeno, pero en realidad son “proteínas desnaturalizadas”, la otra cara de la moneda. Es decir, en lugar de ser constructoras de los tejidos, son estimulantes, alucinógenos, remedios y venenos. La presencia de hidrógeno las hace también alcalinas, por lo tanto, neutralizan la acidez. Entre los alcaloides mejor conocidos se encuentran la cafeína (en el café), la teobromina (en el chocolate), el opio, la morfina, la heroína, la estricnina, la quinina.
El ganado que pasta con la solanácea Solanum malacoxylon enferma y se deforma por exceso de vitamina C, que causa un aumento de calcio y fosfato en la sangre, trastorno que lleva a la calcificación de la aorta, de los riñones, pulmones y de la nuca, según George K. Davis, tal y como nos es relatado en “Effect of a Nightshade on Livestock”, en Childers.
Alcaloides más comunes en solanáceas comestibles:
Los alcaloides más comunes son esteroides.
La solanina de las patatas (cuando tiene un color verde o están germinando, es decir, grilladas), la tomatina en los tomates, la capsaicina , que le da la sensación de quemazón a los pimientos.
Mientras la planta está viva estos compuestos la defienden de mohos y parásitos que podrían matarla. En las solanáceas que son tóxicas, los alcaloides están en gran cantidad mientras que en las comestibles están en mucho menos concentración y sobre todo en las hojas y vástagos de la planta, que de todas maneras no comemos.
Beneficios nutricionales que pueden aportar las solanáceas consumidas en temporada y de forma moderada:
Las solanáceas necesitan mucho sol además de una serie de requerimientos especiales para dar lo mejor de sí. Optimamente necesitan unas 6h de sol diarias mientras están en la planta. Además no pueden estar expuestas a temperaturas muy bajas, vendavales o sequía. Consumidas puntualmente y en temporada pueden aportarnos vitaminas, minerales y un sabor delicioso.
PATATAS
Las patatas son de los vegetales más conocidos a nivel mundial. Son una rica fuente de energía ya que nos aportan carbohidratos complejos, son bajas en grasa, ricas en vitamina B y en menor cantidad, nos aportan vitamina K y minerales como el magnesio, potasio y fósforo.
TOMATES Y TOMATILLOS (PHYSALIS O ARQUENQUENJES)
Los tomates, de colores y variedades diferentes utilizados en ensaladas, sopas, zumos, salsas… Nos aportan vitamina A, K y C, licopeno, beta-carotenos, xantinas y luteína, estas dos últimas extremadamente beneficiosas para la salud ocular.
Indispensable, descartar los tomates verdes.
PIMIENTOS
Los pimientos, todas sus variedades, son también solanáceas. Estos vegetales nos aportan vitaminas del grupo B, responsables de los procesos metabólicos que nos ayudan a transformar los alimentos que consumimos en energía.
Nos aportan una buena dosis de vitamina E, lo que nos ayuda a mantener un pelo y piel reluciente y joven.
Los pimientos rojos son los que tienen más propiedades: son ricos en betacarotenos, compuestos antioxidantes y antiinflamatorios. La capsaicina, el compuesto que da el sabor picante a los pimientos se usa para preparar cremas antiinflamatorias y para el dolor.
BERENJENAS
Las berenjenas nos aportan una buena cantidad de fibra, vitaminas del grupo B como el ácido pantoténico (vitamina B5), piridoxina (vitamina B6) y tiamina (vitamina B1) y niacina (vitamina B3).
BAYAS DE GOJI
Las bayas de Goji, son muy ricas en antioxidantes, sobre todo en vitamina C, betacarotenos, contienen los 8 aminoácidos esenciales y minerales como el calcio.
RECOMENDACIONES DE CONSUMO
Personalmente limitaría el consumo de tomates, berenjena y pimientos a períodos estivales. Botánicamente el tomate es una fruta igual que la berenjena y el pimiento. Obviamente, no es recomendable consumir gazpacho en temporada invernal o prolongarlo más allá del verano, tomates en invierno, ni escalibada durante todo el año.
Todas estas plantas tienden a desarrollar varias semillas en el interior. Esto podemos verlo en los pimientos, tomates o berenjenas. En algunos casos pueden producir molestias intestinales si se abusa de consumo.
Si se consumen, mejor evitar las semillas y no comer varios de estos productos el mismo día. También se deberían de cocinar las solanáceas al momento de comerlas (esto reduce el contenido de alcaloides)
Además, se recomienda:
· pelar las patatas y no comerlas con piel (la mayoría de alcaloides están en la piel)
· evitar los tomates, pimientos y patatas verdes.
· pelar los tomates y retirar las semillas.
· conservar las patatas en un lugar fresco y a oscuras, nunca en la nevera. Idealmente entre 7 y 10ºC. Sus malas condiciones de cultivo y la exposición a la luz triplican los niveles normales de alcaloides. Por lo que si la piel está verde o tiene brotes tiene un altísimo contenido de alcaloide. Se han de tirar. Además es más proclive al desarrollo de bacterias, mohos y levaduras.
Si padeces problemas articulares, musculares óseos , sistema nervioso o digestivo, evítalas. Si no las eliminas evita smoothies o batidos con solanáceas crudas (gazpacho o similares).
Tener en cuenta que la inmensa mayoría de tomates que se venden en supermercados han sido recogidos y empaquetados cuando aún están verdes y los rocían con gas etileno para que maduren. Por ello se vuelven insípidos. A los enlatados les añaden sales de calcio químicos, para darles firmeza y mantenerlos intactos.
Muchisimas gracias por el artículo. Muy interesante. Te quería preguntar por el tomate pelado entero y guardado en botellas de cristal para poder hacer sofrito durante el año. Debería evitarlo también?
Mil gracias Silvia
Hola Elsa,
Si tienes el privilegio de poder cultivar o comprar los tomates cogidos en temporada y dejarlos en conserva al vacío sin colorantes ni conservantes, será la forma menos perjudicial de consumirlos.
Siempre que sea de forma puntual mejor. Porque en enero por ejemplo, energéticamente, un tomate enfría el cuerpo por dentro en exceso.
Muy interesante este artículo Silvia. Recuerdo que en un curso que hice contigo hace tiempo comentaste sobre los tomates y el pimiento.
No sabía que las patatas tampoco iban bien. En cuanto a éstas, si se hacen al vapor y se enfrían en la nevera durante 24 horas, ¿tampoco son recomendables? Como van bien para la microbiota intestinal al servir de alimento para nuestras bacterias “buenas” las estamos comiendo un par de veces a la semana…
Me gustaría saber tu opinión.
Gracias!
Un fuerte abrazo
Hola Belinda.
La patata si es solanácea pero justamente voy a escribir un artículo la semana que viene en la que hablo del almidón resistente. Lo haces estupendísimamente cociéndola, enfriando y volviendo a calentar.
Un abrazo muy fuerte
Silvia Mirabet