El proceso digestivo empieza en la boca cuando masticamos. Por ello es fundamental masticar y saborear bien los alimentos para la correcta digestión y aprovechamiento de lo que aportan.
Lo ideal, es haber podido hacer ejercicio antes de comer.
Evitar a toda costa comer con estados de pena, angustia melancolía pero también de eufória. Lo mejor es comer relajados.
Si nos recreamos en oler el alimento antes de meterlo en la boca todo el proceso de salivación ya se va a poner en marcha.
Mientras masticamos también iremos deleitando del sabor a la vez que iremos suavizando nuestras emociones.
Cuando nos sentamos a comer, hemos de ser conscientes de qué vamos a hacer: crear la calidad de nuestra sangre.
Por ello es importante tener en cuenta qué ingerimos para intentar generarnos salud y no enfermedad.
De hecho es relativamente fácil, ya que todos los alimentos que nos ayudan a conservar la salud son los mismos que no nos generan enfermedad.
Masticar relaja, por ello muchas personas cuando nos ponemos nerviosas tendemos a comer de forma desaforada.
Cuando te das cuenta de ello y lo detectas, puedes acabar riéndote de ello, ya que por mucho que comas, la comida jamás va a solventar tu “problema” porque el problema está en otro plano mucho más sutil: el mental o emocional.
Según la medicina china, todas las emociones también se digieren en el estómago, y eso lo podemos constatar cuando comemos y nos dan un notición (sea bueno o malo) no digerimos igual, perdemos el apetito o, todo lo contrario, no podemos parar de comer.
Cuando nos enamoramos, dejamos de sentir hambre, nos hemos llenado de “emociones” que también dan de comer al cuerpo físico, trabajo al estómago y no nos hace falta comer físicamente porque ya estamos alimentados a nivel emocional.
Las emociones hay que tenerlas en cuenta a lo largo de toda nuestra vida y a diario. Sólo así seremos conscientes de lo que nos aportan o merman y podremos entender mucho más todos los procesos de nuestro organismo.
Si se tienen en cuenta será más fácil admitir algunos hábitos, reconocer remedios, y llegar a la causa de muchísimos males que padecemos de forma sistemática durante nuestra vida.
Hay males en el cuerpo sutil que, por mucha comida se proporcione o toda la química que se ingiera, son difíciles de resolver si no se tiene en cuenta directamente la causa en el cuerpo en el que se origina. En estos casos, es probable que las causas estén en el mundo emocional y no en el cuerpo físico.
La energía la obtenemos del sol, del aire que respiramos y de los alimentos que ingerimos.
La energía ni se crea ni se destruye, tan solo se transforma.
Si desglosamos la palabra en inglés: E- motion = energy in motion (energía en movimiento).
Es indispensable tener en cuenta esa energía en constante movimiento para poder llegar al fondo de muchísimas “causas” en el mundo físico.
La energía se puede percibir, pero es sutil, a muchos se nos escapa al ojo humano. No obstante cuando esta energía sufre un bloqueo, puede llegar a causar molestias o contracturas, o zonas más duras, ya perceptibles al tacto. Es entonces cuando nos damos cuenta, porque lo vemos y lo tocamos. La energía ya no fluye como debe y se vuelve perceptible al ojo humano.
En el momento que el ojo humano percibe la traba, la energía lleva tiempo en el plano sutil sin fluir correctamente. A veces son años.
Por todo ello es importante no ignorar esa energía en constante movimiento. Aunque no la percibamos, está. Y esa energía es la que podemos utilizar para ayudar al cuerpo a funcionar mejor o podemos hacer un mal uso de ella por simple ignorancia y entorpecer nuestro día a día.
De ahí la importancia de los 3 pilares de la salud: ejercicio, alimentación y reposo. Si se tienen en cuenta, la energía fluye y se mantiene en movimiento correctamente sin causar trabas.