Aditivos a evitar

Hoy en dia es casi imposible adquirir un alimento, envasado o no, que no contenga algún tipo de aditivo, bien sea por cuestiones estéticas, como los colorantes, potenciadores de sabor o muy especialmente los conservantes.

Hay tantos que es tarea inabordable enumerarlos y catalogarlos todos, pero al menos pongo mi grano de arena con esta relación de aquellos aditivos que realmente es prioritario evitar a toda costa.

E 211 (benzoatos). Aumentan el riesgo de hiperactividad.

E220 – E228 (sulfitos). Los encontramos en pepinillos, frutos secos, patatas fritas y vinos. Pueden provocar prurito y asma de esfuerzo.

E249 a E252 (nitritos). Empleados para obtener un bonito color rosado en los productos de charcutería. También se emplean como edulcorantes pero pueden alterar la flora intestinal aumentando inflamación, sobrepeso y otras enfermedades de más envergadura.

E338 (ácido fosfórico). Muy presente en refrescos, reduce la absorción del calcio.

E621 (glutamato). Puede inhibir la absorción de aminoácidos como la cisteína, importante en la desintoxicación y la resistencia frente a posibles infecciones.

Antioxidantes sintéticos: 

E 319 (terbutilhidroquinona- TBHQ).

E320 (butilhidroxianisol- BHA). De uso generalizado evitando que grasas y aceites se pongan rancios. 

E321(butilhidroxitolueno BHT). Disruptor endocrino.

Todos ellos es recomendable sustituirlos por aditivos naturales, o sea sustancias presentes de forma natural en el alimento y que contribuyen a su conservación. Dichos aditivos antioxidantes pueden ser el ácido cítrico, ácido ascórbico (vitamina C), vitamina E o ácido rosmarínico. De igual forma ocurre con la cúrcuma o polifenoles que tienen propiedades beneficiosas para la salud además de conservar el alimento.