El ajo es un “superalimento” local que, además de ser uno de los ingredientes estrella en cocina mediterránea y dar ese sabor característico, contiene muchas de las mejores propiedades que puede tener un producto natural para mantener a raya las enfermedades. Limpia la sangre, es hipotensor, es antibiótico y antiparasitario, entre otras muchas propiedades.
Numerosas investigaciones han avalado que es beneficioso para salud en general y particularmente para el sistema cardiovascular.
Es antioxidante, por lo que evita el envejecimiento prematuro de las células, además de diurético, expectorante y digestivo.
Sus propiedades se atribuyen a los compuestos azufrados bioactivos. El principal de ellos es la alicina, volátil, que es lo que le da ese característico olor cuando machacamos un ajo en crudo.
Son muchos a los que les molesta el mero olor del ajo. A otros tras haber ingerido ajo durante la comida se les puede perpetuar el sabor durante horas en la boca.
Si estás entre ellos puedes ayudarte de 2 formas: o bien retirando el gérmen del diente de ajo crudo antes de cocinarlo o ingerirlo, o tal vez optar directamente por tomar ajo negro, es decir, ajo fermentado.
Partiendo del ajo común, se elabora el ajo negro, utilizado desde hace tiempo en la cocina asíática y actualmente también en restaurantes de renombre, estando incluso disponible de forma cotidiana en supermercados.
El ajo negro es brillante, de textura cremosa y tiene un sabor mucho más suave. Incluso resulta algo dulzón debido a la lenta caramelización que sufre durante la fermentación. Todo ello es el resultado de dejar fermentar los dientes de ajo o cabezas enteras en un recipiente cerrado a temperatura suave y constante durante varios días.
Mediante la fermentación se consigue que un superalimento de color blanco se convierta en un superalimento de color carbón y muy codiciado a nivel gourmet.
Este ”upgrading” también se consigue en las propiedades medicinales, ampliando y potenciando el poder curativo.
Sus nutrientes, según el estudio realizado en 2011 por el ALS Laboratory Group americano, se multiplican por diez. Contiene muchos más polifenoles que el ajo común además de proporcionar diversos beneficios para piel, articulaciones, cartílagos y tendones. También limita el depósito de colesterol en las arterias y da fluidez a la circulación sanguínea.
Aplicaciones culinarias
Su color brillante y negro contrasta enseguida con varias preparaciones. Esto a nivel estético ya da mucho juego por si solo para decorar varias elaboraciones tanto cocinadas como crudas: ensaladas, sopas, pescados, cremas, …
Puede tomarse también simplemente como un paté vegetal encima de una tostada, como si de una olivada se tratara.
Es un alimento energizante, por lo que, genial si se toma antes de hacer deporte o actividad física, pero menos aconsejable para una cena ya que puede estimular en exceso.