Cuando realizamos un enjuague bucal o nos lavamos los dientes, se nota una sensación de frescor y limpieza a corto plazo.
Es porque una buena parte de las bacterias de la boca han sido eliminadas, pero desde el mismo momento en el que se enjuaga, las bacterias patógenas vuelven con más fuerza. Y allí donde se tenía una flora bucal equilibrada, con un 90% de bacterias buenas y un 10% de malas, se produce una situación de igualdad. Por eso a menudo vuelve el mal aliento.
Para eliminar estas bacterias nocivas, los fabricantes de dentífricos y enjuagues han adoptado el “método de limpiar la boca” librándola de todas las bacterias.
Por tanto, la mayoría de las marcas añaden a sus dentífricos sustancias que matan a las bacterias, como la clorhexidina, el alcohol o el flúor. También son habituales el laurel sulfato (agente espumante) y el tricolsán (desinfectante y disruptor endocrino).
Todos estos ingredientes muy presentes en prácticamente todos los dentífricos y enjuagues bucales, dañan nuestro organismo.
Aunque en la publicidad veneren el flúor, y aunque a priori previene la caries, a la larga y en altas dosis puede traer consigo otro tipo de problemas: osteoporosis, lesiones del sistema nervioso, problemas cardíacos y mentales.
Para hacernos una idea, los gases neurotóxicos utilizados en el atentado contra el metro de Tokio de 1995 contenían flúor.
Por ello recomiendo utilizar o bien pastas de dientes y enjuagues bucales ecológicos, por supuesto que no contengan flúor, o elaborar una pasta de dientes casera.
Caries, aftas, infecciones…
La flora bucal, concretamente las bacterias nocivas, son las responsables de las caries, aftas y la gingivitis, además de la inflamación de las encías.
En el caso de las aftas, las bacterias atacan a las mucosas de la boca (en la garganta, interior de mejillas y lengua) y forman en ellas una úlcera que tarda en cicatrizar a veces varias semanas.
Si se ingieren probióticos de calidad, podemos mejorar sensiblemente la flora bucal además de la intestinal.
¿Sangran las encías durante el cepillado de los dientes?
Cuando la flora bucal se desequilibra no solo ocasiona el mal aliento, sino que puede provocar gingivitis (enfermedad bacteriana que provoca inflamación y sangrado de las encías) e incluso acabar degenerando en periodontitis (infección grave que daña el hueso y el tejido blando que sostiene los dientes).
En estos casos lo que está pasando en su boca es que la sustancia blanca que se encuentra en sus dientes cerca de la encía (lo que se conoce como sarro) y que suele desprenderse fácilmente, se va endureciendo. Después de 48 horas cada vez es más difícil eliminarla.
Además de amarillear los dientes, el sarro activa las bacterias patógenas que atacan sus encías, inflamándolas y haciéndolas más sensibles, hasta el punto que llegan a sangrar cuando se cepilla los dientes.
La gingivitis actúa lentamente y al principio no causa dolor, por ello pocas personas se preocupan por ella. Sin embargo, puede agravarse y mucho, ya que cada vez que sangra, la encía sufre, se retrae y protege menos a sus dientes. De forma lenta, pero segura, se llega a esto:
Las bacterias patógenas hacen retroceder poco a poco a las encías hasta que los dientes pueden empezar a moverse, o incluso caerse. A según que edad, si se pierde una pieza dental, da la sensación que se ha envejecido de golpe. Y cada intervención en la boca y más un implante suelen acarrear un coste nada despreciable.
Ayudando a tener una flora bucal en buen estado
Existen varios métodos para reequilibrar la flora: o bien aportar de forma externa bacterias vivas beneficiosas (probióticos) o bien alimentar a las bacterias buenas que ya colonizan la boca (con prebióticos) para que se reproduzcan favorablemente. Actualmente también existen los llamados simbióticos que contienen pre y probióticos en la misma cápsula.
Si quieres revisar a nivel alimentario algunas recetas realizadas con probióticos, haz click aquí para ver como actúa el miso, o recetas concretas como pepino fermentado, o ver el funcionamiento de los fermentos.
En 2009 un equipo de científicos japoneses analizó en un estudio las bacterias presentes de forma natural en la flora bucal. Descubrieron que cuantas más bacterias del género Lactobacillus se encontraran en la boca, mejor preparada estaba la flora bucal para luchar contra los ataques de las bacterias patógenas.
Otros estudios también probaron que los Lactobacillus luchaban contra las caries, reducían la placa dental y prevenían la gingivitis y la periodontitis.
Hay probióticos que contienen Lactobacillus reuteri y Lactobacillus rhamnosus. Estos 2 tipos de probióticos ya ayudan a eliminar definitivamente el mal aliento y reequilibrar la flora bucal.
Otros elementos que ayudan
El té verde en la boca: favorece la higiene, protege los dientes y las mucosas de la boca de las aftas y del mal aliento y frena la progresión del sarro.
La vitamina C: la vitamina que fija los dientes a las encías
Una de sus múltiples propiedades es la de fabricar colágeno, una proteína esencial para la formación de la piel, los ligamentos y los huesos, y la cicatrización de las heridas (entre ellas, las aftas). En la boca, al activar el colágeno, la vitamina C refuerza las encías, ayudándolas a recuperar el terreno perdido y a recubrir la base de los dientes, previniendo así la gingivitis y la periodontitis.
Ingerir todo tipo de alimentos pre y probióticos para regenerar la flora del organismo en su totalidad.
En caso de querer visualizar algunas recetas que contengan prebióticos y probiótocos, haz click aquí , aquí , a aquí.
Limpieza de dientes
Cuando sufrimos estrés o bien no llevamos una alimentación equilibrada, podemos sufrir de acidosis en nuestro organismo. Es entonces cuando el equilibrio ácido – base se ha perdido. Nuestra ingesta de alimentos que acidifican la sangre (azúcares refinados, carne roja, lácteos, harinas refinadas…) suelen ingerirse en mayor cantidad que los que alcalinizan la sangre (vegetales).
Es recomendable realizar el primer cepillado bucal en ayunas al levantarse. De esta forma se elimina gran parte de la placa bacteriana formada durante la noche.
En cambio, si se desayunan ingredientes que acidifican nuestra sangre, (pan con mermelada, café, zumo naranja, …) dicha placa bacteriana se adhiere aún más a la superficie de los dientes.
Después de desayunar también es aconsejable enjuagarse la boca para eliminar los restos de comida.
Tras cualquier ingesta de alimentos es preferible enjuagarse primero la boca, y transcurrido unos 30 min. cepillarse. Si se hace justo después de haber comido alimentos ácidos o azucarados lo único que se consigue es desgastar el esmalte y por tanto aumentar la exposición a la acción bacteriana.