A menudo tenemos en una maceta, en el jardín o bien encontramos durante el paseo por el bosque, muchas más plantas aromáticas de las que podemos consumir. Una forma de poder guardarlas es secándolas. Para hacerlo bien, las plantas aromáticas y/o medicinales deben deshidratarse para que se conserven correctamente. Nada más recolectarlas deberían colocarse en un lugar fresco y aireado para que poco a poco pierdan el agua. Lo ideal es colgarlas boca abajo colgadas de una cuerda suspendida, rodeadas de aire. Evitar dejarlas en el suelo o en un lugar en el que estén en contacto directo con una superficie.
En lugares muy húmedos pueden incluso ponerse cerca de estufas, calefacciones o corrientes de aire caliente. Lo importante es no exponerlas directamente a la acción directa del sol, porque se alteran sus principios activos.
Puede usarse esta técnica para romero, salvia, manzanilla, tomillo, menta, laurel, maría luisa…
Si se deshidratan en un lugar seco, ventilado y en penumbra, las plantas medicinales pueden conservar sus principios activos durante un año. Una vez secas, pueden introducirse en tarros de cristal o cerámica con cierre hermético para evitar la humedad y los insectos. Nunca almacenarlas en bolsas de plástico.